domingo, 27 de marzo de 2011

Fragmento del legado del fuego "Helena y Edward"


-Dime una cosa Helena… ¿Porqué lo haces?


En la distancia, notó como la mujer se movía en su lecho de hierba.


-¿El qué exactamente?


-Todo esto. Realizar este viaje y patearte todos los senderos de este terrible mundo perseguida por un asesino sanguinario para coger a un chico al que apenas conoces y salvarlo. Pones tu vida entre la espada del enemigo y mi cuerpo, todo en pos de unos ideales que yo apenas conozco ni entiendo. Si tus razones son tan sinceras como reconoces, sin duda tú alma deberá brillar más que un millón de soles.


Durante unos segundos, la mujer no dijo nada y Edward comenzó a temer que se hubiera ofendido por alguna razón.


-Dime una cosa heredero de la llama imperecedera… ¿Has probado alguna vez a luchar por los ríos que cruzas? ¿Has blandido tu arma por los campos y praderas que sirven de apoyo para tus cansados pies? ¿Alguna vez has oído a los bosques cantar sonatas agradeciéndote las miles de batallas que has librado para salvarles del fuego y la desaparición? La satisfacción que se obtiene y el orgullo con el que uno es recompensado por labores de semejante calibre, es tan enorme que es incomparable con ninguna otra sensación anteriormente vivida por un ser humano. Nosotros, las personas, creemos muchas veces que el mundo que nos rodea es hostil y frío. Pero si uno sabe cuidarlo y ofrecer su alma a cambio de la paz y la supervivencia de la existencia, verá como la creación de los dioses se volcará sobre nosotros mostrando con orgullo toda su belleza y esplendor. Créeme cuando te digo que hay pocas cosas comparables a la felicidad que te embriaga cuando recorres un bosque o escalas una montaña y sabes que si están ahí es porque un día tú decidiste combatir y plantarle cara a la muerte y la destrucción. Puede que me consideres un ser muy poderoso e incluso alguien a quien se deba temer o respetar pero la realidad es que bajo esta venda no soy más que una mujer que busca sobrevivir en un mundo donde impera la ley del más fuerte y en una tierra donde desgraciadamente los más débiles caen sin vida en la dura tierra que los vio nacer. Mi existencia se limita a ser una luz en la oscuridad y un cometa en un cielo plagado por las estrellas de la ira, el odio, el dolor, la pena y la amargura. No busco grandeza ni reconocimiento sino simple y llanamente encontrar la manera mediante la que mi alma pueda descansar en paz sabiendo que las tinieblas no poblaran los corazones de todos los que me importan. En el camino he conseguido encontrar el poder del conocimiento absoluto. Con él he aprendido todo lo que debe saberse sobre la creación de los dioses y he recorrido senderos que se perdían en el horizonte de lo desconocido hasta llegar a cascadas de gloria y valles donde la vida y la muerte bailaban danzas prohibidas al son de una canción antaño soñada por criaturas nacidas del mismísimo firmamento. Y aún así, no puedo evitar pensar, que cuanto más avanzo en pos de mi destino, más larga se me antoja esta ruta sin fin. Puede que lo sepa todo hasta el punto de no tener por qué hacer uso de mis propios ojos, pero por sorprenderte que pueda llegar a parecerte, el mundo sigue antojándoseme como una tierra hostil y misteriosa.


-Gracias por permitirnos dormir hoy al raso –dijo simplemente Edward evitando de esta manera lanzar la avalancha de preguntas que se habían formulado en su cabeza.

1 comentario:

  1. Hola Iker, el texto me ha encantado. El título no lo conozco. ¿Es tuyo?
    Perdona mi ignorancia, sólo soy "filósofa"...

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