jueves, 17 de marzo de 2011

Tierra Santa II "La Búsqueda"




http://tierradeleyendaxd.blogspot.com/2011/01/tierra-santa-i-el-caliz-reedicion.html

Motivados por aquella empresa que les había sido encomendada, los doce caballeros que rescataron a su camarada de las garras del hielo de las montañas, se lanzaron al mundo en pos del lugar del que se les había hablado. Con el cáliz fuertemente custodiado por todos ellos y la piel de su fallecido amigo a modo de mapa, cabalgaron hacia la lontananza con la esperanza de hallar el lugar en donde la luz de la luna descansaba todas las noches y donde nacían los sueños. Se lo llamó mapa desde el principio de los tiempos, aunque en realidad se trataba de un dibujo que representaba un pequeño lago redondo sobre el que se reflejaba la luz de la luna. La sola mención de aquel paraíso sin nombre inundaba sus pulmones de orgullo e ilusión y de un sentimiento indescriptible muy cercano a lo que sentían los héroes al luchar por su patria. Ellos, ha diferencia de los poderosos guerreros de los cuentos, jamás persiguieron enemigos indestructibles ni pelearon por ensalzados ideales. Tan sólo tenían como meta en la vida el encontrar aquel lugar perdido en la infinidad del mundo y pronto el cáliz se convertiría en su único y verdadero emperador. No obedecían leyes humanas ni se arrodillaban ante dogmas de religión. Sus enemigos eran única y exclusivamente aquellos que se interponían en su sagrada búsqueda. Aceptaban como compañero a cualquiera que se inclinara ante la pureza y fuerza de la luz. Iban de pueblo en pueblo solicitando alojamiento en las posadas a cambio de historias que noche tras noche llenaban hasta los topes las tabernas de los orgullosos hosteleros. Hablaban sobre batallas contra bestias en lejanas cumbres y sobre retos que la dama del lago helado les había impuesto durante su misión. Aquella larga odisea los estaba enfrentando contra sus peores temores y los largos años de batallas habían logrado reunir en su memoria una gran cantidad de relatos que estremecían la sangre del más sereno. Haciendo las veces de juglares, lograron que pronto una legión entera de jóvenes bravos e intrépidos se unieran a ellos cantando sus alabanzas y arrodillándose ante el nombre de la dama y del cáliz. De esta manera, sus filas se vieron engrosadas por guerreros tan capaces como ellos que amaban y respetaban su estilo de vida tanto como ellos mismos.

Pronto, los buscadores del cáliz pasaron a llamarse el sagrado ejército del cáliz y este a su vez (en parte debido a su gran tamaño) se dividió en doce segmentos de fuerza pareja. Cada uno de aquellos ejércitos marchó a diferentes puntos del mundo en nombre de la ciudad sagrada que inundaba sus sueños noche tras noche. Los ejércitos estaban comandados por los hombres que años atrás habían encontrado el mapa y el cáliz en el fondo del lago. Estos,buscaron durante décadas y no hallaron más que pistas falsas y duros senderos de piedra caliza que ha menudo no conducían a ninguna parte. Sin embargo, las hazañas que año tras año iban realizando por Heren y el resto del mundo, fueron cuidadosamente anotadas en miles de manuscritos que años después se juntaron y estudiaron para ser recopilados en un único volumen que daba constancia de todos y cada uno de ellos. A pesar de los pocos éxitos de su empresa, más hombres se unieron a las legiones y pronto su leyenda llegó a considerarse un auténtico mito y objeto de admiración por todos los habitantes del imperio de Heren. Ya no era necesario que contasen sus vivencias para poder dormir bajo techo pues su llegada a cualquier ciudad era recibida con trompetas doradas y vítores de un público enfervorizado. Las puertas de todos los hostales estaban abiertas de par en para ellos y las mujeres peleaban entre ellas para ver cual les entregaba hogazas de pan o ramos de flores. Las copias del "Libro De La Búsqueda" se extendieron como un río de tinta por todas las bibliotecas del mundo ayudando a engrandecer la leyenda de aquellos hombres que ya eran equiparados con auténticos dioses encerrados en cuerpos de humanos corrientes.

Durante quinientos años se sucedió la búsqueda de "La Ciudad De Los Sueños" (como ya se la conocía entre los valientes caballeros). Fue la noche del aniversario cuando un guerrero de la séptima legión conocido como Alfred Kvorniak se internó en un valle perdido en las tierras del noreste de Heren. Fue mientras caminaba campo a través hacía Gaelther cuando su corcel se detuvo frente a una diminuta charca para refrescar su garganta. El joven, que apenas superaba los veinte años de edad se arrodilló junto a la orilla donde moría el agua y llenó un gran jarro de barro con un poco. Después imitó a su montura y bebió un poco de aquella agua fresca y cristalina en cuya superficie se reflejaba la luz de la luna...

Alfred se levantó azorado. Sus ojos se encontraron con el reflejo del astro lunar bailando sobre el agua y su rostro le devolvió la mirada. Durante mucho tiempo permaneció allí quieto maravillándose con la belleza de aquella imagen. Pronto comprobó para su sorpresa que su imagen en el agua no eclipsaba el reflejo de la luna en el agua y que por mucho que tratara de interponerse entre el lago y la luna, esta siempre surgía flotando sobre las diminutas olas. Como si un antiquísimo hechizo se hubiese puesto en marcha, la propia luna comenzó a descender por el firmamento y cuando alcanzó el desdibujado horizonte, el caballero tuvo la impresión de que se hundía en las aguas hasta extender su luz por estas como un manto de rastro blanco perlado. Sin apartar la vista, y sintiendo que había robado algo de valor incalculable, devolvió el agua del jarrón a la charca y esperó pacientemente de rodillas junto a aquel hechizo líquido. La cara de la luna le sonreía ahora en todo su esplendor y Alfred adivinó entre sus facciones los rasgos de una mujer tan bella como la noche estrellada en la que había surgido.

Con un rugido de euforia alzó su espada al cielo y clamó cantos de victoria. La búsqueda había concluido y pronto alzarían en aquel lugar un monumento para todos los que habían entregado su vida a la búsqueda de aquel paraiso perdido entre los valles de Heren. La dama se presentaría de nuevo orgullosa ante ellos y por fin la antigua orden tendría un lugar que venerar.... y defender con arrojo y valor.

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